
¿Qué es la miofonía? La sensibilidad del sonido de la que pocos hablan
Nia MarkovskaCompartir
📖 Tiempo de lectura: 5 min y 45 seg
Estás sentado en una habitación tranquila. Alguien cerca empieza a masticar chicle, a golpear el suelo con el pie o incluso a carraspear cada pocos segundos. La mayoría de la gente no lo notaría, pero para ti es imposible ignorarlo. Ese sonido se siente agudo y perturbador, y es casi como si te quitara la concentración y tal vez incluso la paciencia.
Si esto te suena familiar, no estás siendo demasiado sensible. Podrías estar experimentando algo llamado misofonía. Se trata de un trastorno específico en el que ciertos sonidos cotidianos desencadenan fuertes reacciones emocionales en las personas.
Aún no es muy conocido y a menudo se malinterpreta, pero una vez que la gente aprende sobre ello, las cosas tienen mucho más sentido.
Exploremos qué es realmente la misofonía, por qué ocurre, cómo responde el cerebro a ella y cómo las personas aprenden a gestionar un mundo lleno de ruidos inevitables, a menudo bastante fuertes.
¿Qué es exactamente la misofonía?
A la mayoría de las personas les molestan ciertos sonidos, pero no con demasiada intensidad. Sonidos como el ruido al masticar o el golpeteo de un bolígrafo. Sin embargo, para las personas con misofonía, estos sonidos desencadenan una reacción emocional fuerte y automática. A menudo puede manifestarse como ira, ansiedad intensa, irritación o, en algunas personas, incluso pánico.
La misofonía significa directamente "odio al sonido". Pero se trata de sonidos específicos y a menudo repetitivos, y no es una elección. La reacción es instantánea e intensa, incluso cuando la persona sabe que el sonido es inofensivo y no tiene malas intenciones.
Definición de misofonía
La aversión intensa al ruido, como la misofonía, es una respuesta profundamente emocional y, a menudo, física a desencadenantes específicos. Estos suelen ser sonidos humanos cotidianos, que pueden incluir:
- Masticación
- Relajarse los labios
- Aclaramiento de garganta
- Sollozando
- Clic del lápiz
- Golpeteo de dedos
Para alguien que no padece misofonía, esos ruidos podrían ni siquiera registrarse, pero para alguien que la padece, pueden volverse imposibles de ignorar y casi insoportables de tolerar.
Los investigadores aún no se ponen de acuerdo sobre si la misofonía es una afección específica independiente o forma parte de otra, como la sensibilidad al procesamiento sensorial. Sin embargo, cada vez se reconoce más en la investigación en neurociencia y salud mental como una reacción real y medible.
¿Cuando comienza y quién lo padece?
La misofonía suele comenzar en la infancia o la adolescencia temprana. Algunas personas la notan después de un evento estresante o un período de mayor sensibilidad, mientras que en otras se desarrolla lentamente durante la vida adulta.
Esta afección puede afectar a personas de todas las edades y orígenes, y algunos estudios sugieren que podría ser ligeramente más común en mujeres. Curiosamente, también puede ser hereditaria, aunque la genética aún se está estudiando.
Muchas personas viven con misofonía durante años sin saber qué es, y pueden pensar que simplemente están irritables o que reaccionan exageradamente. Pero en realidad, experimentan una respuesta neurológica a un desencadenante sensorial, y no son las únicas.
Desencadenantes de la vida real
La misofonía se desencadena por la repetición, el ritmo y el contexto. La mayoría de los desencadenantes misofónicos son sonidos sutiles y cotidianos que parecen inofensivos para la mayoría, pero resultan insoportables para quien padece esta afección.
Estos no son sonidos raros ni inusuales; a menudo, son los que escuchamos a diario, especialmente en espacios tranquilos como oficinas, aulas o incluso en casa.
Situaciones cotidianas comunes
Un estudio a gran escala realizado en 2021 descubrió que los desencadenantes de misofonía informados con mayor frecuencia eran masticar, chasquear los labios, carraspear y oler.Otros comunes incluyen:
- Clics repetidos con el lápiz o escritura en el teclado
- Golpear los pies, inquietarse o hacer crujir la ropa
- Respiración pesada o zumbido sutil
- Relojes haciendo tictac, cubiertos raspando o sonidos graves distantes
Lo que hace que un sonido sea un detonante a menudo depende de quién lo produce y dónde. Un familiar masticando puede ser más detonante que un desconocido. Un golpeteo de bolígrafo en una habitación silenciosa se siente peor que el mismo sonido en una cafetería concurrida.
Reacciones emocionales
La respuesta emocional suele ser inmediata e intensa. Las personas reportan sentir:
- Irritado o agitado
- Ansioso, tenso o nervioso
- Distraído o mentalmente abrumado
- En algunos casos, incluso rabia o pánico.
Uno estudio utilizando fMRI Se descubrió que las personas con misofonía mostraban una mayor actividad en la corteza insular anterior (CIA). Esto es una región del cerebro que está vinculada al procesamiento emocional y la detección de relevancia cuando se expone a sonidos desencadenantes.
Es importante destacar que estas respuestas no son una reacción exagerada consciente. Son automáticas, y para muchos, intentar ignorarlas solo empeora la situación. Esto puede provocar aislamiento social, relaciones tensas y conductas de evasión que afectan la vida cotidiana.
¿Qué sucede en el cerebro durante la misofonía?
La misofonía no es solo una peculiaridad de la personalidad ni una reacción emocional exagerada. Estudios de imágenes cerebrales muestran que las personas con misofonía procesan el sonido de forma diferente, especialmente en las regiones que conectan la audición con la emoción y la respuesta a las amenazas.
Hiperconectividad en los circuitos cerebrales
Una de las áreas clave involucradas es la corteza insular anterior (CIA). Esta parte del cerebro nos ayuda a percibir y reaccionar ante cosas que percibimos como emocionalmente importantes, como el dolor o el asco.
En un Estudio de imágenes cerebrales de 2017Los investigadores descubrieron que las personas con misofonía presentaban una mayor actividad en el CAI al escuchar sonidos desencadenantes. Pero eso no era todo; también mostraron conexiones más fuertes entre el CAI y regiones como la amígdala. que maneja el miedo y la amenaza, y la hipocampo, que almacena recuerdos emocionales.
Esto significa que en la misofonía, el cerebro reacciona como si fuera... Una amenaza directa. Es como si tu cerebro etiquetara erróneamente un sonido pequeño y repetitivo como peligroso y luego inundara tu sistema con señales de estrés.
¿Por qué falla el cerebro?
Aún no sabemos con exactitud por qué algunas personas desarrollan esta respuesta, pero los investigadores creen que se trata de una sobreconexión sensorioemocional. En la misofonía, ciertos sonidos se asocian con un significado emocional.
Esta respuesta también ignora el cerebro lógico. Por eso, una persona con misofonía puede sentirse abrumada por un sonido que sabe que no es dañino, y aun así no puede detener la reacción emocional. Esto ayuda a explicar por qué las estrategias de afrontamiento típicas, como ignorarlo, no funcionan. El sonido no se queda en el centro auditivo del cerebro. Viaja directamente al núcleo emocional.
Vivir con misofonía
Todavía no existe cura para la misofonía. Pero eso no significa que las personas estén indefensas. Muchas encuentran maneras de controlar sus reacciones, reducir la exposición a los desencadenantes y sentirse más en control de su entorno.
Evitación y adaptación
Una de las estrategias más comunes es evitar el ruido, Pero no en el sentido de aislamiento. Se trata de establecer límites y diseñar entornos que generen seguridad y tranquilidad.
Por ejemplo:
- El uso de auriculares con cancelación de ruido en espacios compartidos puede ayudar a reducir la exposición a factores desencadenantes sin necesidad de salir de la habitación.
- Reproducir un sonido ambiental suave o ruidos de la naturaleza puede enmascarar sonidos repetitivos o agudos sin sobreestimularlos.
- En entornos grupales, explicar la condición a personas de confianza puede generar mayor comprensión y flexibilidad.
Algunas personas también adaptan sus espacios para hacerlos más acústicos. Añadir texturas suaves, como alfombras o cortinas, puede reducir las reflexiones sonoras fuertes. Sin embargo, para problemas más persistentes, como el eco, los pasos o el ruido exterior, El tratamiento acústico puede ofrecer un alivio real.
Instalación paneles acústicos En un dormitorio o una oficina en casa, por ejemplo, ayuda a reducir los reflejos agudos o repetitivos que intensifican los sonidos. Incluso unos pocos paneles pueden suavizar el espacio, creando un paisaje sonoro más tranquilo que reduce la carga mental general.
Terapias y Técnicas
Además de las estrategias ambientales, algunas personas se benefician de la terapia y de técnicas de afrontamiento estructuradas.
- La terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ayudar a replantear las reacciones emocionales al sonido y reducir la sensación de impotencia.
- Los ejercicios de atención plena y respiración ayudan a regular el estrés en momentos en los que no se pueden evitar los desencadenantes.
- En algunos casos, la terapia de exposición, Realizado con apoyo profesional, puede reducir suavemente la carga emocional vinculada a sonidos específicos.
Los grupos de apoyo y las comunidades en línea también se han convertido en espacios valiosos para compartir ideas, recursos y validación.
Por qué es importante la misofonía
La misofonía no es solo una peculiaridad personal. Afecta las relaciones, la concentración, la autoestima y el funcionamiento diario. Pero, como es invisible y se desencadena por sonidos que otros apenas perciben,
A las personas con misofonía a veces se les dice que dejen de reaccionar exageradamente, pero estas reacciones ignoran lo que realmente ocurre: una respuesta neurológica, no una elección. Se trata de una desconexión entre el sonido y la seguridad, una desconexión que el cerebro percibe profundamente.
Esta incomprensión conduce al aislamiento, y las personas pueden evitar las comidas compartidas, tener dificultades en las aulas o en las oficinas abiertas, o temer el transporte público. Cuanto más incomprendidas se sienten, más difícil les resulta pedir espacio o apoyo.
La misofonía es real. Se mide en el cerebro, se siente en el cuerpo y es profundamente emocional. Pero no tiene por qué definir la vida de nadie.
Cuanto más comprendemos cómo responde el cerebro al sonido, más herramientas tenemos para proteger nuestra paz. Esto incluye terapias, límites y, sí, un diseño acústico bien pensado. Un entorno tranquilo y equilibrado no se trata solo de silencio. Se trata de brindarle a tu cerebro las condiciones que necesita para sentirse seguro.
Ya sea que usted viva con misofonía o ame a alguien que la padece, el mensaje es simple:
No estás exagerando. Y no estás solo.
Lecturas y referencias adicionales:
-
Edelstein, M., Brang, D., Rouw, R. y Ramachandran, VS (2021). Misofonía: Investigaciones fisiológicas y descripciones de casos. Fronteras en neurociencia, 15, 643609.
-
Kumar, S., Tansley-Hancock, O., Sedley, W., Winston, JS, Callaghan, MF, Allen, M., ... y Griffiths, TD (2017). La base cerebral de la misofonía. Biología actual, 27(4), 527–533.